Cuando escuchamos la palabra compasión, ¿qué se nos viene a la mente? Probablemente ideas o imágenes relacionadas al amor, la calidez, la suavidad, el acto de sostener o contener el sufrimiento de alguien, de comprender profundamente la experiencia del otro, esa sensación de conectarnos a través de aquello que nos une como seres vivos sintientes, frágiles y también llenos de fortaleza. Sin duda estos conceptos sobre lo que es la compasión son bastante ilustrativos y ampliamente aceptados tanto en el lenguaje cotidiano como en el ámbito académico. Sin embargo, en este espacio quisiera compartir con ustedes mis aprendizajes sobre "la otra cara" de la compasión, que suele denominarse "Fierce Compassion" (compasión "feroz" o "fuerte") (Neff, K., & Germer, C. K., 2018), ese aspecto del que poco se habla, y que tanto hace falta comprender. Antes de comenzar, quisiera destacar que esta reflexión no la hago desde una posición de expertiz al respecto, sino que más bien desde mi estudio personal sobre el tema, y desde la experiencia que he tenido practicándolo lo más posible en mi vida cotidiana y en contextos terapéuticos.
Cuando hablamos sobre compasión, hablamos sobre un fenómeno complejo, cuyo principio ético fundante es la disminución (no la eliminación) del sufrimiento para uno mismo y para todos los seres vivos con lxs que coexistimos. En este sentido, la compasión no se trata de adoptar una posición pasiva frente a la realidad del sufrimiento, ya que habrá una amplia variedad de situaciones en la vida en las que, para poder disminuirlo, se necesitará ejercer activamente una fuerza y un coraje que permite poner límites, paradójicamente esto quizás signifique pasar por cierto sufrimiento, pero de forma constructiva, no en vano.
Kristin Neff y Christopher Germer (2018) ilustran la complejidad de la compasión en el símbolo del Yin y el Yang, y plantean que posee un lado "Yin", que se caracteriza por las cualidades que tradicionalmente le atribuimos, es decir: acoger, aliviar y validar. Y un lado "Yang", cuyas características no le asociamos comúnmente, y que son: proteger, proveer y motivar. Dentro de la cualidad "Yang", se encuentra lo que denominamos como "Compasión Feroz", que es lo que destaco en este texto.
En la práctica, la compasión feroz tiene que ver con el actuar en el mundo, realizando acciones concretas que contribuyan a disminuir el sufrimiento, sin caer en viejos patrones dañinos de rabia puramente reactiva, es una compasión que nos lleva a protegernos activamente de aquello que nos hace daño, que nos permite proveernos de aquello que necesitamos para aliviar nuestro sufrimiento, y además nos motiva a tomar cartas en el asunto, a ser protagonistas de nuestro propio bienestar y el de lxs demás. Esto supone una oposición frente aquello que nos es injusto, perjudicial, y que, de una u otra forma, nos pasa a llevar, procurando que esta oposición no cause más sufrimiento del que ya hay presente en el proceso. Esto último es fundamental, y es un arte, porque frecuentemente lo que nos mueve a actuar con Compasión Feroz son emociones que empujan rápidamente al cambio, como la rabia o el sentirnos estancad@s. En ese sentido, quisiera reiterar que el principio ético básico de la compasión feroz sigue siendo la disminución del sufrimiento, por tanto, a pesar de que el origen de la acción compasiva pueda ser una emoción difícil como la rabia, el llamado de este concepto es a actuar con fuerza, coraje y valentía, pero siempre con respeto, sin "dañar de vuelta" a aquello con lo que nos sentimos dañadxs. La práctica de la compasión feroz, aunque parezca "contradictorio", está en muchos casos íntimamente ligada a la fuerza de la agresión, que, en un amplio sentido, se encuentra naturalmente presente en nuestra constitución como seres vivos. Sin embargo, la idea es que la fuerza de la agresión sea transformada y utilizada a favor de producir un cambio que promueva el bienestar, es decir, la compasión feroz implica aprender a utilizar una fuerza emocional interna que tiende a ser destructiva, pero de forma constructiva. En el papel esto ya se ve complejo de realizar, en la vida real, créanme, es un verdadero arte y es muy dificil. La buena noticia es que podemos practicarlo a nuestro propio ritmo para ir cultivando una vida más plena, ninguno de nosotros aprende esto de la noche a la mañana, requiere tiempo y paciencia... sobre todo paciencia.
En la segunda parte de este artículo hablaré específicamente sobre este último punto, referido a la transformación de uno de nuestros impulsos naturales, la agresión, en algo constructivo.
A continuación les propongo una manera simple de practicar la compasión feroz en nuestra vida cotidiana:
1) Haz dos inhalaciones profundas e intenta encontrar alguna situación no demasiado grave que actualmente te produzca molestia, enojo e incomodidad, y que desees cambiar. Puede ser en el ámbito personal, o quizás político/social.
2) Observa cuál es tu intención honesta al querer modificar esta situación: ¿provocarás más sufrimiento al cambiarla?
3) Si tu intención de cambio no provocará sufrimiento innecesario en ti o en otr@s, observa con atención qué motivos puede tener la persona que causa este daño en tí para hacer lo que hace. En este punto, por favor haz un esfuerzo por observar sin demonizar ni enjuiciar automáticamente a esta persona o grupo, ¿puedes vislumbrar que todos los seres humanos hacemos lo que hacemos pensando en que de una u otra forma está bien, que todos somos producto de una historia particular, y que todos somos poseedores de algún tipo de ignorancia?.
4) Ahora pregúntate: ¿hay alguna acción concreta que quisiera realizar para cambiar esta situación siendo feroz y compasiv@? ¿cómo podría hacerlo con fuerza, pero sin causar más sufrimiento del que ya hay?
5) Comprométete contig@ mism@ a realizar este cambio.
Muchas gracias por tu atención, y ¡que tengas una buena semana!
Ps. Jorge Calderón V.
* Ilustración por Roland Banrevi (https://www.redbubble.com/es/people/banrevi/shop?ref=artist_title_name)
Neff, K., & Germer, C. K. (2018). The mindful self-compassion workbook: A proven way to accept yourself, build inner strength, and thrive. Guilford Press, New York; London.
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